El Camino de Santiago es una gran experiencia y muy recomendable pero no es un camino de rosas. Para hacerlo se necesita preparación física y mental. A continuación, encontrarás «lo menos bueno» del Camino, situaciones que si no vas preparado te sorprenderán durante el peregrinaje y harán que te preguntes: ¡¿Quién me habrá mandado a mí hacer el Camino de Santiago!?
1. Trabajas durante todo el año y por fin llega el momento de unas merecidas vacaciones. Recorres cientos de kilómetros en tren, haces un poco de turismo por el pueblo donde hace mucho tiempo has decidido comenzar el Camino, cenas, te vas a la cama pronto y programas la alarma a las 6:55 porque al día siguiente tienes que estar: ¡A las 7 de la mañana en pie!
2. Acto seguido, después de lavarte la cara, quitarte las legañas, ducharte y desayunar, debes ponerte la casa a cuestas porque, cual caracol, cargarás todas tus pertenencias durante todos los kilómetros que recorras. La mochila será una parte de tu cuerpo más y cada kilómetro tendrás la sensación de que te pesa más.
3. Al comenzar la marcha, disfrutas del olor fresco de la mañana pero kilómetro a kilómetro irás descubriendo los aromas del camino: el olor a estiércol, pienso, excrementos de vacas … suerte tendrás si tus botas no las pisan durante el Camino.
4. Paso a paso, tu olfato se va acostumbrando a regañadientes (o más bien a «regañanarices») a «los aromas del Camino» pero de repente desde el cielo llega un «regalo»: la lluvia. Llegados a este punto debemos activar el protocolo de lluvia (que tantas veces los expertos peregrinos nos han explicado): hacemos un alto en el camino, nos ponemos los chubasqueros, guardamos los aparatos electrónicos, colocamos la funda en la mochila para que no se moje y a seguir paso a paso caminando bajo la lluvia.
5. Después de la tormenta viene la calma, en todos lados de la Galaxia excepto en el Camino de Santiago. La lluvia constante da como resultado la formación de otros obstáculos: el lodo y los charcos. Es el momento de bajar el ritmo, pensar dónde poner el pie a cada paso y hacer equilibrios para no caer en el barro.
6. A medida que avanza la etapa, te vas acostumbrando a todos los inconvenientes del camino, a las inesperadas cuestas y vas superando poco a poco los obstáculos, tu cuerpo te pide ir un poco más rápido y te sientes en plena forma … ¡¡hasta que jubilados del norte de Europa te piden paso porque caminas muy lento para ellos!!
7. Por si fuera poco, cuando te estás recuperando emocionalmente del adelantamiento, un ciclista te avisa con el timbre para que te eches a un lado cuando tienes su rueda a dos centímetros de ti. Ya lo que faltaba era que te atropellen en medio del bosque.
8. Cada vez queda menos para llegar a la meta prometida y el compañero encargado en hacer las sumas y las restas de los kilómetros que quedan para llegar hasta allí se equivoca con los cálculos. Crees que faltan 2 pero en realidad son 5 y en ese momento quieres matarlo porque supone caminar una hora más … además son las 14:00, ha salido el sol, tu maleta pesa mucho (más que esta mañana), se nota el cansancio y tú sólo ves la hora de terminar.
9. ¡¡Por fin hemos terminado la etapa!! Es hora de que te sellen la credencial del peregrino, descargar la pesada maleta, quitarte las botas, enviar alguna foto por whassap a amigos y familiares e informarles que, pese a todo lo que has sufrido, has sobrevivido y estás bien. También es el momento de reponer fuerzas con un rico almuerzo gallego y … descansar, por fin descansar. ¡Si te dejan claro los compañeros ruidosos del albergue! En nuestro camino tropezamos con un grupo de jóvenes que nos despertaron de la siesta y al que apodamos «las silenciosas». Las reconocíamos hasta fuera del albergue con los ojos cerrados por su griterío.
10. Después del interrumpido descanso … llega la «hora de la ducha», la hora que tienes que estar esperando para poderte duchar porque el albergue que has elegido tiene un solo baño compartido y eres el último de la fila. En esos momentos puedes llegar a pensar: ¡Con lo bien que estaría yo en la playa, recorriendo 200 metros del apartamento al mar y pudiéndome bañar en una ducha privada!»
11. Ya en el baño, aprovechas para lavar a mano tu ropa con la esperanza de tenerla al día siguiente seca … aunque te levantarás y encontrarás tu ropa húmeda aún teniendo calefacción en la habitación.
12. Por la tarde, aprovechas para curarte las ampollas de los pies, dar un paseo, hacer un poco de turismo, hablar con otros peregrinos y los lugareños del pueblo, cenar y estar temprano en el albergue porque al día siguiente tienes que estar de nuevo: ¡A las 7 de la mañana en pie!
Estas doce situaciones son reales aunque contadas de forma exagerada. Si te estás planteando hacer el Camino de Santiago, deberás considerarlas pero también debes saber que:
- Son unas vacaciones diferentes y a lo largo del año ya habrá días para levantarse y acostarse más tarde.
- La mochila pesa pero al final te acabas acostumbrando al peso (y sino también hay empresas que te la pueden llevar de etapa a etapa).
- Los fuertes aromas del camino se compensan con otros más agradables como el de los eucaliptos, los pinos o la rica comida gallega.
- Vayas en la época que vayas debes saber que en el norte de España llueve mucho pero si no cómo iba a estar tan verde y tan bonito.
- Esquivar los charcos y el lodo hacen más divertido el camino.
- Los jubilados del norte probablemente te adelantarán pero no pasa nada porque no es ninguna competición: hay que olvidarse de eso y disfrutar al andar.
- Los ciclistas peregrinos son muy respetuosos con los peatones y normalmente avisan desde varios metros que les dejes paso.
- Por suerte para nosotros, solo nos encontramos una vez con «las silenciosas» y por la noche entre todos los peregrinos las mandamos a callar.
- Al coincidir con peregrinos de distintas nacionalidades en el camino, cada una de ellas tiene diferentes costumbres sobre los horarios de ducharse, por lo que es probable que no coincidas con mucha gente a la hora de ocupar la ducha.
- Secar la ropa no es tarea fácil pero en muchos albergues encontrarás secadoras.
- «A quien madruga, Santiago le ayuda». Madrugando aprovecharás el frescor de la mañana, evitarás el calor de la tarde y llegarás al albergue a una hora razonable para almorzar.
Y además, todas estas situaciones y muchas otras más harán de tu camino una experiencia auténtica y divertida y al final le darás las gracias a quien te haya convencido para hacer el Camino de Santiago.
¡Buen camino!
Estimado viajero, espero que te haya gustado. Encuentra más información sobre el Camino de Santiago en este blog.
Dviajenviaje (dviajenviaje@outlook.es)
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