En esta publicación encontrarás las mejores fotografías de nuestra primera experiencia en el Camino de Santiago en Mayo de 2016. Al ser la primera vez, para conseguir la Compostela y por disponibilidad de vacaciones decidimos hacerlo 5 días comenzando desde Sarria, un pequeño pueblo de Lugo a aproximadamente 114km de Santiago de Compostela.
Día 1: Sarria-Portomarín (22,4 km)
Comenzamos el camino en Sarria, con mucha ilusión y algunos nervios por saber que nos deparaba la primera etapa del camino. En nuestro primer día, fuimos poniendo en práctica todos los consejos que nos dieron conocidos y gente experta que ya había hecho el Camino varias veces y nos tocó acostumbrarnos a caminar bajo la intermitente lluvia, mientras empezamos a coleccionar nuestros primeros sellos para la credencial del peregrino.
Por suerte, solo nos llovió a ratos y pudimos disfrutar del verde paisaje rural viendo muchas vacas (que más tarde nos enteramos que están consideradas como las mejores del mundo), atravesando bosques y aldeas que tenían pequeñas y encantadoras iglesias como la románica Santa María en Ferreiros. Lo mejor de la etapa fue el final de la misma, donde se observaba desde lo alto de la colina el bonito pueblo de Portomarín en el horizonte.
La llegada a Portomarín fue una de las mejores pero también debemos decir que acabamos empapados por la lluvia cuando subimos por la escalinata de la Capilla de las Nieves. El pueblo tiene una historia interesante pues hasta 1962 estaba situado a las orillas del río Miño, pero por la construcción del embalse de Belaser se tuvo que trasladar y volver a edificar en un monte cercano. Para terminar el día, después de coger fuerzas con un delicioso caldo gallego, pudimos dar un paseo por el pueblo y visitar la iglesia de San Nicolás.
Día 2: Portomarín- Palas de Rei (25km)
Siguiendo las flechas amarillas, comenzamos el segundo día subiendo el monte de San Antonio y poco a poco fuimos descubriendo extensos prados, cruceiros, casas de piedra y los hórreos tan característicos del norte de España .
Esta etapa fue un continuo ascenso, desde los 387 metros de altitud de Portomarín hasta un poco más de la mitad (km 15) al llegar a la Sierra de Ligonde a 722 metros de altitud, donde comenzamos a descender hasta llegar a Palas de Rei (556 metos). A pesar de los desniveles y de la cantidad de kilómetros, no fue la más exigente aunque quizás sí la menos bonita pues en muchos tramos caminamos junto a carreteras provinciales y nacionales.
Día 3: Palas de Rei- Castañeda (22,7 km)
Probablemente la mejor etapa tanto por lo gastronómico como por lo cultural. Esta etapa, en realidad venía en nuestra guía hasta Arzúa (29km en total desde Palas de Rei) pero decidimos acortarla, haciendo los kilómetros restantes el día siguiente y fue uno de los grandes aciertos.
Al principio, tuvimos que sortear un pequeño riachuelo y zonas embarradas, lo que hacía más divertido el camino.Y unos kilómetros más tarde, pudimos admirar el Cabazo de Leboreiro, un gran cesto cuya base es de piedra y que sirve para conservar el maíz/millo. Para llegar a Melide, cruzamos un magnifico puente medieval y una vez allí probamos el famoso pulpo a la feria en la pulpería «A Garnacha». Y unos metros más adelante, vimos la capilla de San Roque en cuyo pórtico cuentan los paisanos se inspiró el Banco Central Europeo para diseñar el billete de 10€. Ya saliendo del pueblo, visitamos la iglesia de Santa María de Melide que el voluntario Vicente nos explicó, con mucho entusiasmo y detalle, los secretos de su historia y sus frescos.
Y para terminar el día, en el Albergue Santiago de la aldea de Castañeda donde habíamos reservado una habitación, degustamos dos platos deliciosos: el churrasco gallego y la ternera, un trozo de tarta de Santiago y café de la casa. Fue una de las mejores comidas del Camino. Por la tarde, descansamos, dimos un paseo por este tranquilo lugar y charlamos con el dueño del albergue y un vecino de esta localidad que nos contaron la historia del lugar y cómo había ido cambiando en las últimas décadas con la promoción turística del Camino.
Día 4: Castañeda-Pedrouzo (25,2 km)
La cuarta fue la más dura de todas las etapas pero obtuvimos la mejor recompensa. Por un lado, fue la más larga, empezábamos a notar un poco el cansancio y cuando creíamos que nos faltaban pocos kilómetros, en realidad, nos quedaban unos cuantos más.Y por otro lado, nada más llegar al albergue O Burgo nos enteramos de que eran las fiestas de Pedrouzo y pudimos estar presentes en la Feria del Pulpo que organizaron. En una carpa cenamos un auténtico pulpo a la feria (acompañado de un trozo del rico pan gallego y de un tercio de Estrella Galicia) y disfrutamos de música en directo compartiendo mesa con los habitantes del pueblo.
Nuestra ruta de ese día fue muy curiosa: pasamos por el pueblo de Preguntoño, ojeamos un muro de la sabiduría con frases motivadoras, en un momento dado nos tuvimos que parar porque una granjera sacaba a pastar a sus vacas y tuvimos que darles paso. Además, en un tramo del camino descubrimos que todas las papeleras tenían una pequeña estrofa de la mítica canción de John Lennon Imagine y al final se nos acabó pegando y acabamos canturreándola.
Lo peor de la etapa de ese día fueron los peligrosos cruces de la carretera, alguno de ellos con muy poca visibilidad.
Día 5: Pedrouzo-Santiago (20 km)
Habiendo recorrido 93 km, los últimos 20 fueron un agradable paseo bajo la lluvia.
La mañana amaneció con una tormenta increíble, típica de las películas de miedo, pero según avanzábamos tuvimos ratos en los que el cielo nos daba más tregua hasta que al pasar por el aeropuerto se despejó totalmente. Según íbamos conquistando kilómetros, se notaba que era una etapa especial, encontramos muchos más peregrinos y la gente estaba más animada de lo normal porque faltaba poco para lograr el objetivo que se habían propuesto.
Bajando del Monte do Gozo, del que esperábamos más, comenzó a llover otra vez pero por suerte, de forma casi milagrosa, al llegar a la Plaza del Obradoiro paró y celebramos por todo lo alto el haber conseguido el reto. Allí, fuimos al centro de visitantes y reservamos una visita guiada por las cubiertas de la Catedral. Dos calles más abajo, en la Rúa Carretas 33, hicimos cola para pedir la Compostela pero al rato desistimos porque solo teníamos un día y queríamos aprovechar al máximo la recompensa de estar en la bella capital de Galicia.
Esa tarde, disfrutamos de una buena mariscada en la Rúa Do Franco, compramos tarta de Santiago para la familia, subimos a las cubiertas de la Catedral, dimos una vuelta por la ciudad y vimos la misa del peregrino en la que disfrutamos contemplando el vuelo del botafumeiro. Por último, cenamos tapeando en uno de los bares de la famosa ruta París-Dakar y nos dimos el lujo descansando en un hotel cercano a la estación de tren desde donde nos despedimos de Santiago habiendo disfrutado de una experiencia inolvidable y que esperamos repetir.
«Caminante, son tus huellas
el camino, y nadie más;
caminante no hay camino:
se hace camino al andar.Al andar se hace camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.Caminante, no hay camino,
sino estelas en la mar. «Antonio Machado
Estimado viajero: espero que te haya gustado esta publicación. Si no has hecho nunca el Camino de Santiago y te lo estás pensando, te animo a que te entrenes y que lo hagas: es una gran experiencia y seguro que no te arrepientes. En este blog, encontrarás consejos sobre como preparar y disfrutar de el Camino.
¡Encuéntranos en las redes sociales!
Descubre en este blog consejos para visitar otros destinos:
El Hierro
Verona
Venecia
Camino de Santiago
Nueva York
La Orotava
Berlín
Tenerife