Hacer el Camino de Santiago es vivir una experiencia inolvidable y poder disfrutar de unas vacaciones diferentes. El primer peregrino fue el Rey Alfonso II en el siglo IX, quien tras el hallazgo de la tumba de Santiago Apóstol en el monte Libredón, decide visitarla y ordena construir una modesta iglesia para guardar sus restos. Tal noticia se propagó por toda la Europa cristiana y desde todas partes llegaron peregrinos a la primitiva iglesia.
A lo largo de los años, las motivaciones han ido cambiando mucho y si todavía no lo has hecho o tienes dudas en repetir la experiencia a continuación te propongo 9 razones:
1. Religión y promesas
Esta fue la primera motivación por la que creyentes de toda Europa a su paso por la Península Ibérica fueron creando distintos caminos y para la mayoría sigue siendo la principal para animarse a peregrinar. La ciudad de Santiago de Compostela es (junto con Roma y Jerusalem) reconocida como uno de los principales lugares de peregrinación del mundo cristiano. Durante todo el camino hay muchos templos que por la tarde realizan una misa del peregrino y en la Catedral de Santiago, en los meses de mayor afluencia de peregrinos se dan misas en inglés, italiano, alemán y francés.
2. Cultura
El Camino de Santiago también es cultura. Grandes y pequeñas poblaciones lo atraviesan, iglesias de diferentes estilos arquitectónicos … todo ello hasta llegar a Santiago de Compostela, ciudad Patrimonio de la Humanidad.

3. Deporte
Un paraíso para los que les gusta caminar, montar en bicicleta o a caballo. Buenos senderos, adaptados y bien señalizados. Y además, frecuentados por gente de todas las edades y nacionalidades que no compiten entre sí sino que con esfuerzo intentan superarse a sí mismos y comparten la misma meta: superar etapas, disfrutar del camino y llegar a la Plaza del Obradoiro.
4. Naturaleza y paisajes
Uno de los grandes atractivos del Camino de Santiago son sus paisajes rurales y su naturaleza.
Nosotros lo hicimos desde Sarria hasta Santiago y disfrutamos de bosques de castaños, pinos y eucaliptos que amenizaban cada etapa. Los pequeños ríos y charcos suponían unos obstáculos agradables que abordar. Y el entorno rural de todo el Camino con prados de vacas, caballos y pequeñas aldeas invitaban a disfrutar a un ritmo tranquilo.
5. Gente amable y acogedora
Al hacer el Camino y pasar por pequeños pueblos y aldeas, una de las cosas que más me sorprendió fue descubrir a gente local muy abierta y con ganas de hablar contigo, darte ánimos y desearte un buen camino. No importaba la edad ni lo que estuvieran haciendo, ellos siempre estaban dispuestos a ayudarte y a contagiarte su buen humor. Uno de los detalles que tenían con nosotros en los bares del Camino donde parábamos después de recorrer una veintena de kilómetros diarios era ofrecernos repetir plato sin tener que pagar nada más de lo establecido en el precio del menú.
6. Gastronomía
No hay mejor recompensa después de caminar entre 6 y 8 horas que la de poder disfrutar de una buena y abundante ración de comida. En nuestro caso, todas nuestras etapas fueron en Galicia y pudimos deleitarnos de especialidades locales como la empanada gallega, el pulpo a la feria, las zamburiñas o el caldo del gallego. Después de cada etapa, la comida sabía a gloria.
7. Relajación y desconexión
Esta experiencia es una de las mejores para relajarse y desconectar. El contacto con la naturaleza, el silencio o escuchar el sonido constante de los pájaros o del agua que cae por los riachuelos provocan que la mente se distraiga y los pequeños problemas del día a día se vean de otra forma. Si lo haces volverás a la rutina con un ánimo totalmente renovado.
8. Aprendizaje
Otras de las razones para hacer el Camino es todo lo que puedes aprender. Aprender a vivir con lo poco que llevas en la maleta, a valorar las pequeñas cosas, a ser constante y caminar aunque te duelan los pies o llueva, conocer otros puntos de vista de la gente con la que te relacionas y un largo etcétera. De unas vacaciones diferentes algo siempre se aprende: es imposible caminar decenas de kilómetros durante varios días y no aprender nada.
9. Un viaje económico
El Camino de Santiago es uno de los viajes más económicos que existen y se puede hacer sin tener que renunciar a grandes lujos:
- El alojamiento. En albergue público suele costar 6€ la noche, en uno privado 10€ y una habitación privada doble (en un albergue privado o una pensión) se puede conseguir por 30-35€ (15€-17,5€ por persona)
- La comida es también muy barata, los menús del peregrino (o menús del día) suelen rondar los 10€, se puede desayunar por 3€ y cenar por menos de 10€. Además, en todos los pequeños pueblos hay muchos supermercados donde puedes comprar alimentos para comer durante la etapa.
- El transporte. Sólo tienes que pagar el llegar al lugar por el que quieres empezar el Camino y la vuelta desde donde decidas acabarlo. El resto del tiempo vas caminando o en bicicleta y no tienes que pagar nada.
¿Te animas? Encuentra en este blog consejos para hacerlo.
¡Buen Camino!
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