Si me preguntas cuál es la mejor isla para hacer una ruta en bicicleta, te diré que es La Graciosa ¿Los motivos? Es prácticamente llana, en ella apenas circulan coches y se encuentra ubicada dentro de un parque natural con paisajes espectaculares.

Mirador del Río en Lanzarote

Sin duda, una de las mejores vistas de la isla se obtiene desde el Mirador del Río en Lanzarote. Desde allí puedes distinguir los islotes de Alegranza y Montaña Clara que junto al Roque del Oeste y el Roque del Este forman el archipiélago Chinijo (palabra local que se utiliza también de forma cariñosa para referirse a los niños o a algo que es muy pequeño). Lo que no verás es la playa de las Conchas donde, según las leyendas, un barco inglés escondió un tesoro.

¡No hay piratas a la vista! ¿Te animas a embarcarte en una excursión en bicicleta por La Graciosa?

De Lanzarote a La Graciosa

En La Graciosa no hay aeropuerto (cuenta con un helipuerto para casos de emergencia) y la única forma de llegar a ella es por vía marítima. Desde el pueblo marinero de Órzola, al norte de Lanzarote, dos compañías realizan un servicio regular y unen las dos islas en menos de media hora.

Nada más sentarte en el barco, notas en el ambiente el entusiasmo de otros viajeros que como tú tienen ganas de explorar la isla más desconocida de Canarias. A mitad de trayecto, tras alcanzar la punta de Fariones donde se asienta un pequeño faro, apreciarás que la mar es más tranquila y divisarás por primera vez La Graciosa. Pero no te centres sólo en ella todavía. Te invito a que mires a tu izquierda y contemples los riscos de Famara.

Riscos de Famara

En el pasado, las gracioseras lo subían (algunas descalzas) para ir a los pueblos del norte de Lanzarote a vender los pescados que sus maridos sacaban del mar o intercambiarlos por agua potable, comida y otros productos. En aquella época no existía ni el actual servicio marítimo ni la avanzada tecnología, y al volver de noche, después de su dura jornada laboral, tenían un método muy especial para pedir a sus familias que las fuesen a buscar a la orilla de Lanzarote. Al descender por el risco iban encendiendo hogueras para anunciar su inminente llegada. En la playa cada familia tenía un pequeño muro circular en el que encendían su hoguera, bien separados unos de otros para que sus parientes desde La Graciosa distinguieran qué mujer había llegado y esperaba a ser recogida en una barca.

En Caleta de Sebo

Al tocar tierra firme, es inevitable no tener el impulso de sacar la cámara de la funda y fotografiar las sencillas casas blancas y las humildes barcas de pesca que reposan sobre las aguas cristalinas.

Puerto de Caleta de Sebo

Caleta de Sebo es considerada la «capital de la isla»; en ella viven alrededor de 700 gracioseros. Para comprender su fuerte tradición marina solo debes fijarte en el nombre de sus calles. Casi todas están relacionados con el mar y la pesca: carrete, estribor, popa, sirenas, fija, relinga, nudo, mechón, carnada…

Deducirás que es un lugar estupendo para comer pescado y marisco, pero si llegas temprano, este banquete sabrá mejor después de haber pedaleado por la isla.

Con la misión de alquilar una bicicleta nos dirigimos al local de la empresa el Mato Bike. Allí José, su propietario, nos explicó las rutas qué podíamos hacer y nos dio útiles consejos para aprovechar al máximo nuestra estancia.

Calle La Fija en Caleta de Sebo

Volcanes y playas en bicicleta

La Graciosa es uno de los pocos lugares de Europa que no tiene carreteras asfaltadas. Sus pistas de arena en un entorno natural son una maravilla para quienes nos gusta montar en bicicleta.

Impulsados por la fresca brisa marina matutina, iniciamos nuestro pedaleo hacia el interior de la isla. En nuestro horizonte encontramos el complejo montañoso de Las Agujas, punto más alto de la isla con 266 metros de altura. Y al acercarnos a ellas distinguimos a su izquierda la montaña Mojón (185 metros). Como las otras islas de Canarias, su origen es volcánico y eso se percibe en los distintos colores de arena que nos regala el paisaje.

Un poco más adelante, entre las dos montañas, hay un cruce de caminos. Si hubiéramos ido al sur podríamos habernos pegarnos un baño en la playa de la Cocina pero esta vez decidimos conocer la playa de las Conchas y poner rumbo al norte.

Camino de la playa de las Conchas

En bicicleta descubres la isla a una velocidad perfecta: ni muy rápido como se haría en coche ni muy lento como lo haríamos a pie. La gran mayoría de la vegetación está formada por arbustos y plantas pequeñas, lo cual hace que podamos ver y sentir la energía del mar y de los volcanes en todo momento.

En nuestra ruta nos cruzamos con los mismos viajeros que embarcaron con nosotros esa mañana. Cerca del mar, en la playa de la Baja del Ganado, hicimos un alto en el camino para hidratarnos ¡Un consejo! Si quieres bañarte en las playas del norte de isla ten mucho cuidado ya que, en muchas ocasiones, hay fuerte oleaje y las corrientes marinas son traicioneras.

Playa de la Baja del Ganado

Tras una kilométrica recta paralela a la costa, llegamos a la playa de Las Conchas ¡Una maravilla! Su arena rubia, la fuerza de las olas y las vistas a los islotes de Montaña Clara y Alegranza la convierten en una de las playas más bellas de Canarias.

Playa de las Conchas

Para tener una mejor perspectiva de ella y de los islotes, te recomiendo que subas a la rojiza Montaña Bermeja (157 metros de altitud). El sendero tiene una pendiente muy pronunciada pero las vistas merecen la pena.

Vistas desde Montaña Bermeja

¡Ni rastro del tesoro inglés! Pero en Caleta de Sebo nos espera una buena ración de lapas con mojo verde y volvemos más ricos de lo que llegamos a La Graciosa tras disfrutar de un pedacito de paraíso en la tierra.

*Este artículo fue publicado en 2018 en la web oficial de Turismo de Canarias holaislascanarias.com

¡Buen viaje!

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