Existen muchos lugares paradisíacos en Tailandia. Los del mar de Andamán: Phuket y Kravi son los más famosos y anhelados. Películas como La Playa protagonizada por Leonardo di Caprio o El hombre de la pistola de oro de la saga de James Bond fueron las encargadas de presentarlos al mundo y acabar con su anonimato.
Menos cinematografiado y conocido es el paraíso de Mu Ko Ang Thong en la otra costa, la del Golfo de Tailandia. Un parque nacional marino formado por 42 islas pequeñas, bañadas por aguas cristalinas, playas de arena blanca y abundante vegetación selvática.
No te voy a engañar. Nuestra idea original era visitar alguno de los dos destinos del mar de Andamán. Sin embargo, en una feria de turismo informadores turísticos de Tailandia nos lo desaconsejaron dado que en la época que íbamos (finales de septiembre-principios de octubre) era tiempo de monzones y en la costa oeste caen más chaparrones que en la este.
De Koh Samui a Mu Ko Ang Thong
La forma más habitual de abordar estas islas es en una excursión de un día desde Ko Samui: las únicas instalaciones para alojarse son unos bungalows en Koh Phaluai y Ko Wua Talab, la islas más grandes del parque.
En esta parte del océano Índico las aguas son tan tranquilas que los capitanes de barcos no necesitan ni puertos ni muelles para atracar sus embarcaciones. En la playa un chiringuito con tienda hace sus funciones como terminal de pasajeros y la tripulación, a voces, nos avisa del embarque que realizamos calzado en mano y pies mojados.
La travesía
Una de las razones por las que este paraíso, al contrario de la isla vecina de Ko Samui, está casi intacto es porque hasta los años 80 fue reserva de la Armada Real tailandesa y acceder a esta zona estaba prohibido. El barco en el que navegamos es un speedboat y la tripulación, como medida de protección para no ensuciar la cubierta ni causar molestias a nuestros compañeros de viaje, nos entrega una pastilla para el mareo.
A pesar de la velocidad del barco, el paisaje que contemplamos por la proa es maravilloso. Grandes roques acantilados de diferentes formas dan rienda suelta a nuestra imaginación. Algunos parecen meteoritos caídos del cielo y en ellos la vegetación hace lo imposible por abrirse camino a la vida.
Esnórquel en Ko Wao
Mu Ko Ang Thong significa «archipiélago del cuenco dorado» y la isla en la que practicamos esnórquel se llamaba Ko Wao. Nuestro guía con guasa nos explicó que venía de la onomatopeya de asombro «uau», aunque no sería la más impresionante que veríamos ese día.
En las proximidades de la isla celebré mi bautizo de esnórquel. Fue una experiencia asombrosa sumergirse y descubrir un mundo nuevo: peces de colores que jamás había visto se movían bajo el agua a distintas velocidades. Recuerdo que el que más me llamó la atención era uno amarillo y muy gordo que avanzaba más lento que sus vecinos de coral. Menos placentero fue encontrar plásticos y basura en ellos: una sorpresa en un parque nacional marino.
Ko Wua Talab
Las expectativas de la excursión se cumplen al llegar a Ko Wua Talab. Una playa tropical de arena blanca con palmeras y aguas cristalinas, de las que aparecen en las portadas de las revistas de viajes, nos da la bienvenida.
Al saltar a tierra, un dilema: tenemos tiempo para darnos un baño y tomar el sol en esta playa tan paradisíaca o para subir hasta la cima de la montaña más alta y obtener unas vistas increíbles del resto de islas del archipiélago ¡No sabemos estar quietos! Así que ascendemos, con una humedad que empapa nuestras camisas, lo más rápido que podemos hasta el mirador número 3 (de 4) y con ansias de zambullirnos en el agua descendemos por las mismas empinadas escaleras de piedra.
En la playa uno de los carteles reza do not feed the animals («no alimentar a los animales») con la foto de un mono. Sin embargo, más tarde descubrimos a uno comiéndose un plátano que acababa de robar de la mochila de un turista. ¿Sería esa su venganza por haber «invadido» su isla?
La laguna salada de Ko Mae Ko
Existen varias teorías sobre el lugar que sirvió de inspiración a Alex Garland para escribir su novela La Playa. Dos destinos se pelean por su custodia. Unas señalan que fue este archipiélago y otras que en Filipinas.
Ko Mae Ko, la isla madre, es la última isla que visitamos.
Desembarcamos, caminamos por el muelle de plástico que parece hecho de bloques de Lego y trepamos por las escaleras que nos guían hasta un mirador en el que nos quedamos atontados admirando la laguna de agua esmeralda Thale Nai. Lo más curioso de ella es que pese a no tener salida visible al mar, su agua es salada. El motivo se oculta bajo la laguna: cuevas submarinas la conectan con el mar.
Justo cuando tomamos el barco de vuelta a Ko Samui cae un gran chaparrón pero es un regalo: el día ha sido perfecto y también merece la pena ver como llueve en el paraíso, algo que no se suele ver mucho en las películas.
“No viajamos para escapar de la vida, viajamos para que la vida no se nos escape.”
Anónimo
แล้วเจอกัน
(Laéw-jer-gan/ ¡Nos vemos pronto!)
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